Uno de los grandes dilemas referentes a la biología de los dinosaurios era
si éstos eran animales de sangre fría o ectotermos, como los actuales reptiles,
o por el contrario eran seres de sangre caliente o endodermos, como los mamíferos.
Esta sutil pero importante diferencia es de gran importancia ya que condiciona
de forma importante su comportamiento y biología. Un animal
ectotermo (que no genera calor interno) necesita obtener el calor del ambiente,
con lo que depende completamente de esto para poder, por ejemplo, alimentarse. Por
el contrario, un animal endotermo, que mantiene una temperatura corporal más o
menos constante independientemente del ambiente, le permite, por ejemplo, mantenerse activo en periodos más frios o durante la noche. Durante décadas se ha especulado si los dinosaurios serian animales de sangre fría
o caliente, aunque debido a su naturaleza reptiliana y a la común presencia de
una estructuras en sus huesos denominadas Líneas de Paro del Crecimiento (LAGs
de las siglas en ingles de Lines of Arrested
Growth), se les suponian seres ecotérmicos.
Los LAGs se aprecian como unos anillos oscuros parecidos a los que encontramos en los troncos de los árboles. Estas lineas se forman por la parada o relentización del crecimiento del animal durante las épocas mas frias o con menores recursos alimenticios. Hasta ahora, la presencia de estos LAGs era considerada como un indicio de ectotermia, ya que se relacionaba el paro estacional de crecimiento con la incapacidad del animal de mantener una temperatura corporal más o menos constante durante la estación de pocos recursos. Estas estructuras que se encuentran típicamente en los reptiles, eran la base para afirmar que los dinosaurios podrían ser animales de sangre fría.
Los LAGs se aprecian como unos anillos oscuros parecidos a los que encontramos en los troncos de los árboles. Estas lineas se forman por la parada o relentización del crecimiento del animal durante las épocas mas frias o con menores recursos alimenticios. Hasta ahora, la presencia de estos LAGs era considerada como un indicio de ectotermia, ya que se relacionaba el paro estacional de crecimiento con la incapacidad del animal de mantener una temperatura corporal más o menos constante durante la estación de pocos recursos. Estas estructuras que se encuentran típicamente en los reptiles, eran la base para afirmar que los dinosaurios podrían ser animales de sangre fría.
Sin embargo, era difícil conciliar a un animal de 30 toneladas, tomando el
sol durante horas para poder “calentarse” y comenzar su actividad diaria. Este dilema parece haberse solucionado gracias a un equipo de investigadores del Institut
Català de Paleontologia Miquel Crusafont (ICP) en colaboración con un
investigador del Instituto Polar de Noruega, quienes han publicado recientemente en la
prestigiosa revista Nature que en los
huesos de un centenar de rumiantes actuales, representativos de la diversidad
específica y ecológica de este grupo de mamíferos, también presentan líneas de
parada del crecimiento. Estos resultados muestran que la presencia de estas
líneas no es un indicador de una fisiología ectoterma (que no genera calor interno),
como se pensaba hasta ahora, ya que todos estos mamíferos de sangre caliente las
tienen, estando estos LAGs directamente relacionadas con cambios ambientales o de los
recursos disponibles durante la vida de estos animales. El estudio desmonta así
el argumento clave de la hipótesis que los dinosaurios podían haber sido
reptiles de sangre fría.
No nos queda más que dar la enhorabuena a los autores por este magnífico
trabajo, y para aquellas lectores que puedan estar interesados en ampliar la
información aquí os dejamos la referencia completa del trabajo:
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